El lado oscuro de los jubilados…
Hoy quería invitaros a reflexionar conmigo sobre un tema peculiar desde un punto de vista divertido… esa selva peligrosísima en la que entramos en el momento en el que decides ir a comprar sobre las 10.30 de la mañana, da igual a qué tienda, mercado, supermercado o gran almacén… si vas a esas horas estás perdido, porque es su hora, ¡¡¡la hora de los JUBILADOS!!! y lo pongo en mayúsculas porque no merecen menos. Grandes personas, con un corazón de oro para sus hijos y nietos, que se deshacen en arrumacos y carantoñas y que, llegado el momento de la compra (también conocido como Dr. Jekyll y Mr. Hyde), se transforman como mínimo en depredadores, que no dudan en gruñir como enormes fieras por cualquier motivo, expertos en colarse y hacerte sentir culpable como pretendas llamarle la atención diciendo que tú estabas primero; que se vuelven salvajes escarbando literalmente en el fondo de las estanterías para coger la mejor fecha de caducidad o la mejor ganga; que sacan sus uñas como la pobre cajera no llame a alguna compañera y abran otra caja, porque ellos creen que 2 personas delante en la cola es el fin del mundo… y cuando abren esa caja, en la cual hay que pasar por orden de cola hacen recular a 7, 9 o 100 personas si es necesario, de las que tienen detrás con tal de cambiarse para así ser atendidos inmediatamente… ¡¡¡qué peligro!!!… realmente, ¡¡¡qué peligro tienen!! Y lo peor de todo, es que siempre hay uno de los dos que riñe continuamente al otro; o es el marido que le dice a su señora lo muchísimo que están gastando o ella que le riñe por cómo «apilona» los productos en la cinta de la caja… la cosa es gruñir… y luego, una vez que han comprado y regresan a casa, los ves con esa cara angelical, preparando la comida y las meriendas con todo el amor del mundo a su familia, a esos pequeños nietos que siempre guardaran en sus memorias esos momentos compartidos con sus abuelos, como yo hago con los míos, que aprovecho para dedicarles estas palabras, porque estoy segura que ellos también eran fieras salvajes a la hora de la compra, pero compensaban todo ese genio con creces a la hora de hacernos los rosquillos caseros, las manualidades que tanto me gustaban y esos paseos de charlas infinitas al lento caminar de mi abuelo, quien en cada palabra serena guardaba un pozo de sabiduría… Y después de escribir, releo mis propias palabras y ahora lo entiendo todo… Pensamos que no tienen prisa, pero estamos muy equivocados, la tienen, porque quieren tenerlo todo listo para cuando llega su familia, para pasar la tarde practicando sus aficiones o simplemente disfrutando de un café o té en buena compañía. Ellos son fieras porque están acostumbrados a pelear para conseguir sus objetivos durante toda una dura vida … eso es un valor que hoy en día empieza a escasear en la juventud más temprana ya que les damos casi de todo sin que luchen por ello, y por eso creo que el problema es que ahora tienen claro los precios de las cosas, pero NO el valor de cada una de ellas… y nuestros abuelos sí!!
Con esto sólo os aconsejo, que vayáis con cuidado si tenéis que «veros las caras» con los jubilados en pleno proceso de compra, porque poco tienen que ver con su versión cotidiana de «estar por casa».
Feliz juernes!!